De pequeña tenía la mano muy larga.
No sólo pegaba para defenderme sino también por aburrimiento, hasta que llegó un fatídico día que provoqué a una niña más alta, más fuerte y mayor que yo, me enganchó de los pelos, se lió a darme vueltas y desde entonces he procurado evitar todo tipo de peleas o discusiones. Hasta que nació mi hijo.
No sólo nació él sino que yo sentí que volvía a renacer esa guerrera que todos llevamos dentro.
Ayer tuvimos drama.
Siempre que mi chico se queda en casa va a buscar al niño y yo aprovecho para seguir estudiando mis oposiciones y en esas estaba cuando a la media hora de salir el niño me llama y me dice:
- No te asustes cuando lo veas (MAL EMPEZAMOS)
- Le ha pegado un niño en la guarde y tiene toda la cara con rasguños y un mordisco en el brazo
- "AY DIOS"
- Verás cuando se entere la abuela y la tata
Y como cualquier cosa me parece más interesante que volverme a leer por enésima vez "la organización administrativa en la Constitución", no hacía más que darle vueltas y pensar que ese era el último día de guarde del nene, que iba a llegar y las iba a poner los puntos sobre las "ies", que directamente las iba a coger, pelar y comer... y entonces me acordé que mi prima trabajo en una guarde. La llamé y me quitó todas esas ideas locas. "Hoy han pegado a tu hijo, pero mañana será él el que pegue" "¿y entonces? ¿qué harás?"
Mi tía me dijo que por los niños no hay que discutir nunca porque hoy se llevan a matar y mañana son tan amigos
La abuela dijo que a las de la guarde había que ponerles los puntos sobre las "ies" y la tata que iba a ir a la guarde a arrastrar a la cuidadora por los pelos
En fin, me quedé con la opinión de la profesional y con la de la tía que son las más lejanas en cuanto a vínculos afectivos.
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