Segundo día de piscina.
Preparamos la cesta de mimbre: el protector solar, las toallas, los manguitos, las gafas, las zapatillas de agua....y lo más importante el bañador
La piscina que hemos escogido esta vez está genial, chiquitita, "mu" limpia y ABARROTÁ, no cabe un alma (lo normal un domingo por la mañana)
Mi chico me dice que me olvide del peque que él se encarga de todo. A mí (después de la nochecita que hemos tenido) lo que realmente me apetece es tumbarme en la toalla y echarme una siestecilla. Pero como tengo que elegir entre tumbarme junto a dos niños con toda la energía que te da el no tener la "DS" a mano o irme a hacer unos largos, escojo lo segundo que hay que aprovechar el momento.
Me meto en el agua, me pongo a nadar y me doy cuenta que lo de los largos es imposible hacerse uno sin tener que parar, al menos, cinco veces en veinticinco metros, así que voy a ver cómo les va a mis chicos y me encuentro al enano agarrao a su padre como si fuese una garrapatilla y en pleno estado de shock, con la mirada perdida y la voz rota como si de un momento a otro se fuese a poner a llorar y una tristeza infinita...ni cuando llora a moco tendido mi da tanta pena.
Y yo que tenía la esperanza de que sacase la pasión por el agua que tiene su madre, ahora veo que ha salido más bien de secano como el padre
Seguro que el año que viene lo tengo todo el día en remojo como los garbanzos
No hay comentarios:
Publicar un comentario