lunes, 26 de octubre de 2015

La escuela que quiero para mis hijos

Kireei sigue siendo una de mis fuentes de inspiración esta vez de la mano de Cristina Camarena con este magnífico post sobre la escuela que quiero para mis hijos:




1. LA RAÍZ
Una escuela donde el niño no quede encorsetado en ritmos, tiempos y maneras de hacer que son ajenos a su esencia y su manera de hacer. Esto quiere decir que cada niño es único y aprende y crece “a su ritmo”. Esto conlleva no distribuir a los niños por edades en clases cerradas. No darles a todos lo mismo. No tener horarios rígidos donde cambiamos de asignatura y de lección a todos al mismo tiempo, como si todos estuvieran cortados por el mismo patrón. No enseñar a todos los niños igual. Que sean ellos quienes nos muestren cómo aprenden mejor, no nosotros los que metemos a todos con calzador en el mismo estilo de aprendizaje. Necesitamos un cambio de mentalidad de raíz, uno similar al de la crianza, en el que la escuela y la crianza se adaptan a las necesidades de los niños, y no al revés como ocurre ahora en el que los niños se adaptan a las necesidades del mundo adulto tal y como lo conocemos.
2. LAS AULAS
Hablando de clases cerradas. Abramos las clases y dejemos que los niños se muevan. ¿Quien no ha estado en una reunión de padres en la escuela sentado una única hora en las sillas y ha acabado molido? Imaginad lo mismo pero 6 horas seguidas. Que sean más jóvenes y flexibles que nosotros no quiere decir que sea saludable. Los niños nos muestran sus ritmos sin que nosotros tengamos que decidir cuales son los mejores para ellos. A ratos se sientan para recogerse y hacer cosas tranquilas, y al rato se levantan para otras fases de expansión, más movidas, y activas. ¿Qué ganamos no respetando sus necesidades de movimiento? Esto no es ninguna utopía, ya existen escuelas en todo el mundo cuya concepción es totalmente abierta, donde los niños van moviéndose hacia las cosas que necesitan hacer en cada momento.
3. EL APRENDIZAJE
¿Para qué es la escuela? ¿Qué necesitan aprender los niños? ¿Cómo deberían aprenderlo? ¿Qué cosas no atendemos y deberíamos atender? La respuestas a estas preguntas no pueden ser la clásicas que hemos dado toda la vida. “Siempre se ha hecho así” no puede ser la respuesta. Hace falta una nueva concepción de la educación más integral, que atienda no solo los aspectos cognitivos, es decir, los contenidos o materias, sino también los aspectos emocionales, la convivencia, la colaboración, la belleza. Y que atienda todos estos aspectos individualmente, como decía al principio. Dejemos que los niños tracen las hojas de ruta de su propio aprendizaje, que lo construyan desde dentro hacia afuera y no al revés.
4. LOS MAESTROS.
Enlazando con lo anterior, el maestro no ha de ser el constructor del aprendizaje, desde fuera hacia dentro, como si el niño estuviera vacío y tuviera que ser llenado. El maestro ha de ser un acompañante, que prepare el ambiente educativo con recursos, para despertar curiosidades y ofrecer posibilidades, para inspirar. El maestro no necesita hacer nada más que estar disponible en todo momento para acompañar el aprendizaje que el propio alumno va construyendo y que el maestro ha posibilitado. Esto es lo que lleva a niños autónomos, responsables de sus propias cosas, esto es lo que no mata la motivación intrínseca de los niños. Y esto lleva también a los maestros a no quemarse con las rutinas diarias de dar lecciones magistrales a grupos cerrados, una tras otra, de manera mecánica a lo largo del día, esperando que acabe una para empezar otra, y así ir acabando la jornada laboral. El maestro ha de trabajar en un continuum educativo.
5. LOS PADRES.
La escuela no puede y no debe actuar en solitario. Ha de haber una colaboración estrecha entre todos los protagonistas del proceso de aprendizaje, y ahí también estamos los padres. Conozco muchos maestros que cambiarían su manera de dar las clases, con menos rigidez, menos seguir los libros de principio a fin y menos deberes sinsentido para casa pero no lo hacen porque lo que se demanda desde las familias es precisamente esto. Hace falta confiar en que no es necesario seguir con ese tipo de educación basada en la memorización, en el machaque en los conceptos, en baterías de ejercicios. Y pasar a una metodología más abierta, menos encajonada en libros, asignaturas, deberes, exámenes.
6. LOS VALORES
Llevamos mucho tiempo con la famosa enseñanza en valores. No digo que no sean importantes pero los valores no se enseñan como si fuesen una asignatura. Es más, cuando llegas a una tutoría y dices: “hoy vamos a hablar de solidaridad” la respuesta suele ser tibia por no decir inexistente. Los valores se viven, es la única manera de integrarlos. Una escuela en valores ha de ser una escuela que los viva. Democrática de verdad, solidaria de verdad, empática, empancipadora, igualitaria, cooperativa, abierta al entorno ciudadano. Los valores se aprenden viviéndolos, con el ejemplo.
7. LA ADMINISTRACIÓN.
Este post pretende ser muy sintético, porque no tiene sentido que sea kilométrico, ya hablaremos de mucho más en futuros posts. Hay muchas cosas desde la administración a cambiar. Las principales, en mi opinión, la mentalidad, para cambiar cosas de raíz como decía en el primer punto, la formación del profesorado, para hacer todo esto posible y el apoyo a las familias para conciliar y poder acompañar, sobre todo las familias que más lo necesitan. Por supuesto, las clásicas demandas: disminución de ratios, más recursos, etc.
8. LOS NIÑOS
Los niños han de estar siempre en el centro de todas las decisiones y todas las actuaciones. El bienestar del niño ha de estar por encima de todo lo demás, sobre todo por encima de lo académico. Cuando un niño sufra en una escuela todo ha de parar y no seguir hasta que se resuelva el asunto. Un buen clima en el aula o en la escuela es absolutamente necesario para el aprendizaje. Las normas de convivencia no pueden ser rígidas al principio de curso y poco a poco ir relajándose. Las normas de convivencia han de ser los límites para asegurar el bienestar de todos, y aunque sea un único niño el que sufra se ha de evitar. La obsesión por los resultados académicos no nos pueden cegar y dejar de atender el bienestar emocional de los niños.
La motivación individual de cada niño también ha de ser sagrada, esa es su hoja de ruta. Escuchar y empatizar han de ser prioritarios, sin la escucha y la empatía corremos el peligro de que pronto dejen de lado su hoja de ruta y se amolden en algunos casos, y se rebelen en otros.  En las escuelas no necesitamos tanta atención a la metodología, a la didáctica, tanto informes, reuniones, programas de repesca de dropouts, memorias, evaluaciones, normativas, etc, lo que necesitamos sobre todo es centrarnos en los niños. Lo que tenemos que hacer es repescar toda esa cantidad de tiempo, esfuerzo y entusiasmo hipervalioso que se nos va en la inmensidad del sistema que hemos montado y volcarlo en los niños. ¡Entusiamo! Sin profesores entusiasmados y padres entusiasmados ¿cómo esperamos que los niños lo estén?
Soy docente desde hace 25 años y he dado clases en prácticamente todos los niveles. Soy muy consciente, porque lo vivo desde dentro, de qué cosas necesitamos para acercarnos a esa escuela que todos queremos. Sé que a este post habrá reacciones de tipo: “lo que dices es utópico, no hay dinero para hacerlo, hay mucha gente que no quiere cambiar nada, es imposible cambiar la educación, todo está demasiado fosilizado, hay demasiados intereses, la educación ya está bien como está, hace falta que los niños estudien más, hace falta que los profesores trabajen más, etc. Lo de siempre”.
No diré que sea fácil, y muchas veces pienso que pasarán generaciones antes de que se vea un cambio profundo, pero también veo señales de que están pasando ya cosas muy positivas en este sentido, muchas de las cosas que he dicho ya ocurren en algunas escuelas y  no solo en otros países también en el nuestro, y el dinero para hacerlo no tiene porqué ser mucho más que el que ahora se invierte, aunque lo deseable es que fuese mucho más. Se trata de darle la vuelta a muchas cosas, cosas en las que se está gastando mucho dinero, que podría canalizarse en otro sentido. El cambio será lento, pero será, porque ya está siendo, y es imparable. Sobre todo el cambio pasa por un cambio de mentalidades y de voluntades.
Escuché una vez un estudio que decía que el miedo al cambio siempre es más grande que las ganas de cambio. La resistencia al cambio siempre es el escollo más difícil de superar. Que no sea el miedo pues lo que nos impida tener la escuela que queremos para nuestros hijos.

jueves, 15 de octubre de 2015

Cuatro peldaños para llegar a la escuela del siglo XXI

Hoy traigo este post de Elena Ferro publicado en Kireei con el que no puedo estar más de acuerdo:


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Ilustración de Delphine Durand

Últimamente se habla mucho de la nueva escuela que necesitamos, de la crisis del sistema, de una hipotética revolución educativa. El debate está vivo y eso es síntoma de que alguna cosa no está funcionando como debería. ¿Necesitamos otra escuela? ¿Para qué? ¿Cómo debe ser? A veces me apetece soñar e imaginar la escuela que me gustaría a mi. Pero hoy prefiero ver qué dicen los expertos acerca de los nuevos paradigmas de la educación que exige la sociedad actual. Por ejemplo, quiero saber qué opina y qué propone Robert B. Kozma.
Kozma empezó como profesor de matemáticas en Detroit y actualmente es consultado por gobiernos de todo el mundo que le piden consejo para mejorar sus sistemas educativos. En un informe para la UNESCO expuso el marco conceptual de “La escala del conocimiento”. Esta escala tiene cuatro niveles, cuatro diferentes escalones de una trayectoria progresiva para el cambio educativo: de una sociedad pre-industrial a una sociedad del conocimiento.
El punto de vista de Kozma nos aparta la mirada del árbol que nos impide ver el bosque. Así nos situamos en un marco mucho más amplio, que nos aclara dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos. Estos son los cuatro estadios de la escala del conocimiento:
1. Modelo de educación básico:
• Objetivo: conseguir habilidades necesarias para mejorar la salud y el bienestar y participar en la economía formal, salir de la pobreza.
• Se busca alfabetización básica y conocimientos matemáticos elementales.
• Los profesores tienen poca formación, lo que obliga a un currículum detallado y una supervisión jerárquica que controle su trabajo.
• Como hay pocos profesores, las ratios son altas y el modelo pedagógico se basa en clases magistrales.
2. Modelo de adquisición del conocimiento.
• Objetivo: aumentar el nivel de conocimiento de la población y su capacidad para utilizar la tecnología.
• Los alumnos se prepararan para un modelo económico de producción en masa, de base industrial.
• Se amplia la obligatoriedad a la educación secundaria.
• El currículum es extenso y hace incapié en matemáticas, ciencias y alfabetización tecnológica básica. Está dividido en materias compartimentadas.
• El uso de las TIC es un recurso suplementario, no central. Las TIC se consideran una materia a impartir, no algo integrado en el currículum de manera transversal.
• El currículum es muy extenso, lo que obliga a una visión superficial.
3. Modelo de profundización del conocimiento.
• Objetivo: aumentar la capacidad de la población para participar en la sociedad y ser capaces de resolver problemas complejos.
• El currículum se centra en un pequeño número de conceptos y en la manera en cómo se conectan entre ellos para formar sistemas de conocimiento complejos.
• Los profesores plantean preguntas, estructuran actividades colaborativas y de resolución de problemas.
• Se trabaja en proyectos transversales interdisciplinares, lo que implica que los profesores trabajan en equipo.
• Los profesores han de tener un nivel superior de formación para esta manera de enseñar, más compleja que la anterior.
• Las TIC están integradas en el currículum y en el día a día del aula.
4. Modelo de creación de conocimiento.
• Objetivo: aumentar la capacidad de la población para crear artefactos culturales, innovar y producir nuevo conocimiento, en un marco de desarrollo sostenible.
• Se usan herramientas tecnológicas para buscar, organizar y analizar la información, para comunicar, para colaborar, para ser críticos y creativos.
• Los ciudadanos han de ser capaces de aprender durante toda su vida, establecer sus propios objetivos, buscar sus recursos y autoevaluarse para monitorizar su proceso de aprendizaje.
• Los profesores diseñan y dinamizan una comunidad de aprendizaje, la escuela se transforma en una organización en la que todos los actores están activamente implicados.

La mayor parte de la generación de nuestros padres, creciendo en una España rural en plena posguerra, tuvo acceso – con suerte – a una escuela del modelo de educación básico: aprender a escribir y leer, las cuatro reglas… y todo con unos maestros cuya formación dejaba bastante que desear.
Más de 60 años después, ¿en qué estadio nos encontramos? Constato con pesar que una gran parte de la generación de nuestros hijos solamente tiene acceso a una escuela del modelo de adquisición del conocimiento, la del segundo nivel. Es posible que algunos experimenten intentos poco consistentes e intermitentes de acercarse al modelo de profundización del conocimiento. Unas cuantas escuelas (y poquísimos institutos de secundaria) ya están total o parcialmente en el tercer nivel. Dudo que haya más de un puñado de ejemplos, si los hay, que hayan llegado al último estadio.
Estamos preparando a nuestros hijos para una sociedad basada en la producción industrial en masa. Es decir, para que vivan en los años 70 del siglo XX. Es un modelo educativo para un mundo que ya no existe, un modelo muerto que, sin embargo, todavía camina. A los muertos que andan se les llama zombies, y es por eso que innovadores como Héctor Gardó afirman que muchas de nuestras escuelas son ZBL (Zombie-Based Learning). ¿Queremos seguir como zombies, atascados en el segundo peldaño de la escalera, o subiremos el siguiente nivel?
Para saber más:
Hace tres años Robert B. Kozma estuvo en Barcelona y ofreció una conferencia en el marco de los “Debats d’Educació” de la Fundació Jaume Bofill. Podéis leerla íntegramente en catalán aquí: Les TIC i la transformació de l’educació en l’economia del coneixement. Si preferís leerlo en inglés, podéis estudiar su aportación en el informe de la UNESCO, Transforming Education: The Power of ICT Policies.