martes, 23 de junio de 2009

EL MÁS GUAPO, EL MÁS LISTO Y EL MÁS BUENO


Aunque siempre tuve claro que en esta vida iba a ser madre reconozco que los niños nunca han sido mi fuerte, no sé...no les veía yo la gracia...me resultaban incómodos (si venían de visita a casa lo toqueteaban todo), ruidosos (todo el día gritando y detrás los padres gritándoles para que se callasen), si me hacían coger alguno no sabía cómo ponerle para que no se rompiesen. Y ¿qué me dices de los recién nacidos? qué cosa más sosa...comen y duermen, el único momento de emoción es la hora del baño y ahora entiendo que es por las cabriolas que tienes que hacer para que no se resbale el bebito.

Reconozco que cuando fui madre me cambió la perspectiva y cualquier tipo de criatura me producía una infinita ternura y comencé a leer sobre los bebés y todo lo que me rodea (más que por curiosidad porque necesitaba un cursillo acelerado para saber cómo manejar al mío).

Este tipo de atracción hacia el fascinante mundo de los bebés me duro, básicamente, hasta que empecé a bajar al parque con mi enano. Él que empieza a descubrir un mundo nuevo que todo lo quiere probar, da lo mismo que sea un cacho pan o una alpargata de su padre, que está deseando que la gente le diga cosas, llega al parque y no hay día que no se vaya a casa sin un guantazo.

Si se acerca a un columpio, enseguida se acerca un niño mayor que él para decirle aquello de "ES MIIIIIOOOOOO" (LECHES, que parecen Gollum). Nos vamos a otro y no tarda en llegar otro nene apartando a mi enano a manotazos (¡¡¡PERO CÓMO PUEDE CABER TANTA MALA LECHE EN ESOS CUERPOS TAN PEQUEÑOS!!!)...y luego depende de los padres...Me he dado cuenta que los niños son como los perros CÓMO SE PARECEN A SUS PADRES. Ves a una niña repollo con coletas y lazos y detrás viene la madre que parece una fiel seguidora del estilo de Tommy Hilfiger.

Y luego está esa manía que me ha entrado de pensar que mi niño es el más guapo, el más listo y el más bueno que hay veces que me resulta difícil no caer en juegos de comparación. El otro día llegó una madre de un bebé que tenía más o menos la misma edad que el mío y me preguntó:
- "¿qué tiempo tiene?"
- "doce meses"
- "¡¡QUE YA TIENE EL AÑO Y TODAVÍA NO ANDA!!??"
- ¿? no
Me tuve que morder la lengua para no soltarle:
- "y al tuyo ¿qué le pasa?... ¿por qué no sonríe?...¿está enfermo o es que va estreñido?"

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